Enero de 1905: Rusia se encuentra al borde de la revolución y, a medida que las multitudes llenan la Plaza del Palacio de San Petersburgo, se respira el presagio de los temibles y terribles acontecimientos por ocurrir. Con sus temas revolucionarios y las campanas de alarma, la masiva 11ª Sinfonía de Shostakovich tiene la inmediatez de una gran partitura cinematográfica, pero está cargada de un poder sinfónico masivo y trágico. En la primera parte, la violinista Nicola Benedetti – que se presenta por primera vez en Ibermúsica - se une al gran binomio London Philharmonic / Jurowski para interpretar el Concierto para violín de Elgar, una obra en la que la técnica virtuosística y de exhibición se encuentra con la intimidad confesional, que el propio compositor describió como "demasiado emocional para ser expresado con palabras".