Ibermúsica recibió a la Dresdner Philharmonie bajo la batuta de uno de sus invitados habituales, el maestro Pablo González. Acompañaron a Francesco Piemontesi como solista invitado, que regresó a nuestros escenarios tras el reciente éxito de su gira con la Budapest Festival Orchestra. La formación alemana volvió a España para realizar una gira de cinco conciertos con paradas en Barcelona (22 de enero), Alicante (23 de enero), Madrid (24 y 25 de enero) y Santander (26 de enero).
La Dresdner Philharmonie ofreció dos programas en Madrid: el martes 24 'Muerte y transfiguración' de Strauss, el Adagio de la 'Sinfonía núm. 10' de Mahler y el 'Concierto para piano 25 KV 503' de Mozart, mientras que el miércoles 25 el hilo conductor del programa fue la heroicidad con el 'Concierto para piano núm. 3' de Beethoven y 'Una vida de héroe' de Strauss.
Francesco Piemontesi ofreció dos propinas, una en cada velada: 11ª variación (Adagio cantabile), III movimiento Sonata K284, Dürnitzde Mozart y Wachet auf, ruft uns die Stimme BWV 645 de Bach (Arr. Busoni), mientras la Dresdner Philharmonie cerró los conciertos con la segunda de las Danzas Eslavas Op. 72 de Dvořák y el Intermedio de La boda de Luis Alonso de Gerónimo Giménez.
Recogemos en esta entrada algunas de las críticas recibidas tras su gira.
<< [Concierto para piano núm. 25de Mozart] González y la Filarmónica ofrecían un soporte orquestal majestuoso, brillante y elocuente. Y Piemontesi, ante una de sus obras concertantes predilectas, entró dentro del juego sonoro que disponía la Filarmónica para interpretar a un Mozart lleno de dinámicas y contrastes, brillante y refinado. El pianismo del artista suizo, uno de los referentes actuales en la interpretación del piano de Mozart, posee elegancia en la dicción, un uso cuidadoso del pedal y una ejecución delicadísima de escaleras y arpegios tan presentes en este movimiento inicial. Piemontesis nos ofreció un segundo movimiento poético, delicioso en el fraseo y por encima de todo portador de una elegancia que sin renunciar al sentido clásico, empleaba recursos propios del piano romántico. Un movimiento delicioso corroborado por unfinal enel que orquesta y solista congeniaron plenamente >> Revista Musical Catalana
<< Vamos a captar desde la primera nota una orquesta de un sonido robusto, incisivo y un chic asombroso, cualidades de aquella sonoridad que se asocia a las interpretaciones con criterios históricos (...) No fue sólo el sonido, sino también el ritmo ágil, las frases casi recortadas y una vitalidad desbordante, elementos que Pablo González imprimió a una lectura original y brillante de este concierto. Piemontesi se reivindicó como un intérprete que irradia luz por todas partes en una ejecución técnicamente inmaculada, de gran claridad expositiva, frases diáfanas y con un estilo transparente y lleno de pureza, que se conjugó con gran armonía con la orquesta. El equilibrio entre solo y tutti no se rompió en ningún momento, cada uno encontró y ocupó su espacio en un diálogo espontáneo. [Sinfonía núm. 10 de Mahler] Pablo González dio un salto mortal en una transición entre la luz y las tenebrosas, Eros y Thanatos. Una orquesta duplicada en número hizo una interpretación precisa y cargada de fuerza de una obra en la que la cuerda es protagonista absoluta. El sonido fue brillante y muy penetrante (...) González captó y transmitió de manera magistral el espíritu de una obra finisecular que describe los demonios interiores de un alma tormentada. (...) La Orquesta Filarmónica de Dresden se reivindicó como una formación de excelencia máxima, con un programa tan bello como complicado, que Pablo González abordó de manera magistral >> Núvol
<< [Piemontesi] Tuvo intensidad y brillo, pero sin perder nunca la elegancia, el animado primer tiempo, culminado en una cadencia primorosamente dibujada. Dibujó un andante ligero, respondiendo a una idea, que parece más que apropiada, para una velocidad más cercana al allegretto que al adagio. Lució con particular fortuna el cantable del pianista en este tiempo, al igual que el precitado exquisito gusto para adornar, sin perder nunca finura y equilibrio, la reiteración de un motivo determinado. Espléndido, ágil y luminoso el allegretto final, también vivo, lleno de fantasía y vitalidad (...) González dirigió, con el mando claro y preciso que le caracteriza, un acompañamiento que, como la mayoría de las interpretaciones actuales, toma nota de algunas pautas de lo históricamente informado, y un cuidado balance sonoro. Acompañamiento de adecuada intensidad y plausible conexión con el solista. (...) González, creo haberlo dicho ya en más de una ocasión, es uno de nuestros mejores maestros (...) evidenció una vez más su gran talla profesional, con un mando firme, claridad de gesto y, sobre todo, una solidez conceptual y de construcción envidiable, junto a una sensibilidad modélica. Bastó escuchar el excelente, matizadísimo dibujo de las violas, en el adagio mahleriano, el impecable equilibrio de las voces, pero también la transparencia conseguida, para apreciar la encomiable intensidad de una interpretación que transmitió con nitidez el desgarro, dolor y desolación antes aludidos, culminado todo ello en un final de notable tensión emocional >> Scherzo
<< El pianista Francesco Piemontesi, que la pasada temporada triunfó en Ibermúsica con el concierto de Schumann, mostró desde los primeros acordes, expuestos con energía, su bello sonido, no especialmente caudaloso, pero cuidado, sedoso y rutilante. El pianista suizo combinó en el primer movimiento intensidad con un fraseo clarividente, refinado, sustentado en una digitación impecable y fluida, que culminó en una cadencia que demostró su solidez técnica. Los pasajes de gran virtuosismo surgieron limpios, sin borrosidad alguna, desde el aplomo y la sobria seguridad. Piemontesi desgranó el hermosísimo segundo movimiento con efusivo lirismo y musicalidad, esa melodía ornamentada surgió bien cantada e impecablemente delineada, además de dialogar, siempre atento y concentrado, con la orquesta. La destreza y vivacidad de los rápidos pasajes del tercer movimiento fue una muestra más de la consistencia técnica de un pianista, Piemontesi, que no puede presumir de grandes medios, pero sí de un sonido bello y bien cuidado, así como de musicalidad, elegancia, refinamiento y aquilatado fraseo >> Codalario
<< Piemontesi se mostró vítreo en sonido, adecuadamente encajado con la orquesta y elegante en el discurso, con planos claramente diferenciados entre la melodía y el acompañamiento en ambas manos, así como firme y preciso en la Cadenza. El Andante discurrió con fluidez, exhibiendo el lado más cantabile de las maderas y del solista, este último exquisitamente lírico en la expresión y cristalino como un arroyo. El Allegretto, cuyo atractivo motivo recurrente fue expuesto con gracilidad y empuje adecuado por Piemontesi, en perfecta sincronía con maestro y orquesta, cerró de forma convincente esta versión de la obra de Mozart.(...) Pablo González acometió con claridad gestual, seguridad y convicción esta difícil partitura mahleriana, dando coherencia a su perfil formal en las yuxtapuestas y contrastantes secciones, ricas en planos polifónicos, armónicos y cambios de carácter (...) Si los resultados fueron ciertamente remarcables en el primer concierto, los obtenidos por orquesta, solista y director en la segunda cita en Madrid lograron alcanzar la excelencia (...) Los primeros compases de Una vida de héroe evidenciaron lo que sería sin duda el plato fuerte y cierre demoledor de los dos conciertos realizados en la capital. La formación, plenamente entregada, logró la mixtura, calidad sonora y nivel artístico adecuados ante la acometida de tan compleja partitura. González reveló su sabiduría musical y técnica ofreciendo una vibrante versión, dando el carácter apropiado a cada episodio, amalgamando con suma convicción los aspectos dramáticos, irónicos, épicos o líricos inherentes a esta página, con pulso firme, y a la vez flexible, para dar forma y continuidad al intrincado discurso sonoro. La orquesta respondió magníficamente a sus requerimientos >> Ritmo
Fotografías: Rafa Martín/Ibermúsica