La Berliner Philharmoniker, una de las orquestas más destacadas de todo el mundo, regresó a España de la mano de Ibermúsica para ofrecer cinco conciertos, entre ellos la clausura del ciclo madrileño. La gira arrancó en Barcelona con la celebración del mítico Europakonzert, celebrado cada 1 de mayo desde 1991 en distintos lugares emblemáticos de Europa y que en esta ocasión acogió la Sagrada Familia. El martes 2 continuaron en la capital condal, en Palau-100, mientras los días 3 y 4 de mayo acudieron al Auditorio Nacional de Música de Madrid con Ibermúsica y el viernes 5 al Auditorio y Palacio de Congresos de Zaragoza.
Para su presentación en Madrid como director titular de la Filarmónica de Berlín, Kirill Petrenko ofreció un programa "todo Mozart" con el que disfrutamos de las diferentes facetas compositivas del músico salzburgués. Desde su magistral sinfonismo, ejemplificado con la Sinfonía 25 Sol menor K 183, recordando también su genio precoz con el Exsultate, Jubilate, K 165, motete de tres movimientos escrito por un Mozart adolescente en 1773, hasta su madurez en el tratamiento vocal con la colosal Misa de la Coronación K 317, para la que contarán con el Orfeó Català y los solistas Louise Alder, Wiebke Lehmkuhl, Linard Vrielink y Kresimir Strazanac. El segundo concierto en Madrid fue muestra del buen hacer sinfónico de dos genios como Mozart (Sinfonía núm. 25 en Sol menor K 183 y Exultate Jubilate K 165) y Schumann, con su Sinfonía núm. 4.
Estas son algunas de las críticas especializadas recogidas en los medios de comunicación.
<< [Schumann] Las cuerdas estuvieron formidables, con unos contrabajos que movían los arquetas a una velocidad nunca vista sin errar una nota, los finales y ataques siguientes entre movimientos y sin pausa eran como un corte seco que impactaba, la orquesta seguía atenta las indicaciones del director en unos cambios de dinámica magníficos, crescendos, intensidades... (…) La calidad del sonido era brutal y se veía que los músicos se lo pasaban bien atendiendo a su director, siempre sonriente, encomendando entusiasmo a los músicos mirándolos a los ojos directamente y creando alegres complicidades que también se extendieron entre el público, que, empujado por la fuerza de la música, homenajeó a los mismos con una explosión de bravos. Quizás ese es el secreto para hacer música, disfrutar de ella >> Revista Musical Catalana
<< La segunda parte fue otro planeta. Y lo comprobamos ya en el arranque de la Cuarta sinfonía, de Schumann. Una introducción idealmente desplegada in media res con un brío interno y apoyada en el sólido e infernal ostinato de los contrabajos (…) Pero faltaba lo mejor de la noche: la transición al movimiento final. Esa mecánica explosiva desde la oscuridad más siniestra a la luz más cegadora, donde Petrenko invocó a los espíritus de grandes maestros del pasado que dirigieron versiones inolvidables de esta sinfonía >> El País
<< Había ambiente de noche histórica desde hace ya varias semanas con las entradas agotadísimas y con el murmullo habitual (…) en la recta final, el público zaragozano ha podido disfrutar de una rotunda y serena 'Sinfonía n.4' de Schumann. Brillante broche de oro para un concierto histórico en el que la Filarmónica de Berlín ha vuelto a sonar en el Auditorio de Zaragoza por segunda vez >> El Periódico (Aragón)
<< El ruso es maestro entregado, con nervio y energía indudables. Claro en el gesto, expresivo con batuta, manos y cara (su mirada, su sonrisa, es de una expresividad contagiosa), es director que sabe bien lo que quiere y cómo conseguirlo. Se puede o no coincidir con su planteamiento, pero caben pocas dudas sobre la medida en que consigue materializar lo que tiene en la cabeza. (…) Alder tiene una voz hermosa, bien timbrada (…) posee una sobresaliente agilidad, algo imprescindible para manejar con garantía una partitura como la de este motete (...) [Misa de la Coronación] La orquesta se mostró excelsa a lo largo y ancho de la interpretación, nuevamente presidida por una cuerda sencillamente primorosa (…) Formidable la prestación de un Orfeó Català más que nutrido (…) una verdadera maravilla de coro: redondo, empastado, jamás estridente, sonoridad preciosa y estupendo matiz, respondiendo perfectamente a las demandas de Petrenko (…) Petrenko sabe muy bien que dispone de la que es probablemente la más perfecta o una de las más perfectas máquinas orquestales del planeta. Y la exprime a conciencia. Cabían pocas dudas de que tal aceleración, que hubiera puesto al borde del precipicio a muchos grupos orquestales, iba a ser superada por los berliner con sobresaliente (…) Éxito nuevamente grandísimo para un cierre espectacular de la temporada de Ibermúsica >> Scherzo
<< La considerada mejor orquesta del mundo compareció con su actual titular -desde el año 2019- al frente, el ruso Kirill Petrenko y, desde luego, que en sus dos actuaciones acreditaron tal vitola y ser genuinos depositarios de la gloriosa tradición de esta orquesta desde su fundación en 1882 (…) La batuta de Petrenko, de gesto clarísimo, con su alegría y sonrisa comunicativa y sus modos de antidivo, garantizó equilibrio y proporciones, fraseó con fluidez y naturalidad, además de proponer unas dinámicas muy audaces. Un prodigio de refinamiento resultó el bellísimo andante, con excelsa prestación de las dos parejas de oboes y fagotes, que junto a una cuerda primorosa lograron dotar de un vuelo celestial a la melodía. Expeditivo el minuetto y bien contrastado el allegro con una cuerda, es justo insistir sobre ello, de una transparencia, brillo y sedosidad realmente fascinantes (…) La técnica de Petrenko, su rigor y clarividencia en la concertación, brillaron en una magnífica interpretación en la que se lució el Orfeo Catalá, de sonido amplio, rotundo y empastado, pero también flexible y capaz de recogerse en bellos pianissimi, conforme a las indicaciones de la batuta >> Codalario
<< Con Kirill Petrenko al frente, ha resultado, aquí parecen caber pocas dudas, una lectura descollante, en sus coordenadas y formalismos, sí, para cualquiera de las tres obras interpretadas en programa. La Sinfonía nº25 resultó encendida, viva, con esa expresividad vertiginosa que marcan los acordes sincopados con los que se abre y que derivan en un sutil oboe, lo digo desde ya, magistralmente tocado durante todo el concierto por Albrecht Mayer. La intensidad no decayó en ninguno de los compases, con una arrebolada reexposición y siempre una visión desgranada y lúcida del todo, en una de las dos únicas sinfonías escritas por Mozart en tonalidad menor y con una, aparentemente, compacta orquestación, compuesta en los vientos por cuatro trompas, dos oboes y dos fagots. Genialidad el Allegro final en su presentación, en el desarrollo de temas y en sus dinámicas. El escuchar las partes y el todo en el mismo momento >> Platea
(C) Fotografías Monika Rittershaus