Evgeny Kissin, uno de los pianistas más brillantes de la clásica actual, ha regresado a nuestro ciclo en el marco de una gira por la península con paradas en Lisboa (miércoles 8 de febrero, Fundação Calouste Gulbenkian), Madrid (lunes 13 de febrero, Serie Arriaga de Ibermúsica en el Auditorio Nacional) y Barcelona (viernes 17 de febrero, BCN Clàssics en el Palau).
Un año más, el solista ha agotado las entradas sueltas para su recital en Madrid, una esperada cita en la que interpretó obras de Bach (Fantasía cromática y fuga BWV903), Mozart (Sonata piano núm. 9 en Re Mayor K311), Chopin (Scherzo para piano núm. 2, op. 31) y una selección de piezas de Rachmaninoff, autor, también, de sus bises con los números 2,3 y 5 (Preludio, Melodía y Serenata) de Morceaux de fantaisie, Op.3.
El concierto en la capital estuvo dedicado a la memoria de Alicia de Larrocha por el centenario de su nacimiento. Además, gracias a la amabilidad de Kissin, la Fundación Ibermúsica colocó 100 sillas alrededor del pianista para que estudiantes de música de diferentes escuelas y conservatorios tuvieran la oportunidad de observar de cerca al maestro del piano. El precio de cada silla fue de 20 € y la recaudación íntegra irá destinada a la ONG escogida por el artista Save a Child’s Heart, cuyo objetivo es tratar problemas cardiacos en pacientes jóvenes en países en vías de desarrollo.
Recogemos en esta entrada las impresiones de la crítica especializada que disfrutó su concierto en Madrid.
<< Ya con los primeros torbellinos de escalas y cascadas de arpegios de la Fantasía cromática, Kissin dejó claro su Bach enérgico y monumental. Alejado de toda concesión historicista, aunque heredero de una poderosa tradición que hunde sus raíces en el siglo XIX, el pianista optó por la nitidez en detrimento de cualquier cesión improvisatoria. Y esa solidez cristalizó en una admirable construcción de la fuga que elevó especialmente en la parte final donde Bach parece emular los graves de un órgano. Siguió Mozart (...) Kissin tocó admirablemente, atendiendo a cada detalle (…) impresionante interpretación del Scherzo núm. 2 (…) Wilhelm von Lenz recuerda la obsesión del compositor por conseguir el fundamental efecto de su apertura, con esos tresillos iniciales como una pregunta lo suficientemente misteriosa como para provocar la enérgica respuesta en suntuosos acordes. Kissin tocó esa pregunta-respuesta de forma admirable, en todas sus repeticiones, y con un asombroso control del sonido (…) Una interpretación a tumba abierta, como explicó el propio Chopin a Von Lenz, donde los riesgos compensan cualquier mínima imprecisión; si la hubo hasta debería celebrarse (…) el recital se encumbró con la selección final de los Études-tableaux (...) cerró su actuación con el famosísimo Preludio en do sostenido menor, el bis final de todos los recitales del compositor, que Kissin dotó anoche de un tono más sombrío y dramático, esculpiendo cada acorde sobre el teclado. Rajmáninov como catarsis >> El País
<< No vamos a descubrir a estas alturas al gran pianista ruso, sin duda uno de los más grandes intérpretes del último medio siglo que, al asombroso nivel de perfección técnica que posee, desplegado además con insultante facilidad, suma una madurez y solidez conceptual envidiables. Nitidez en la articulación, pasmosa agilidad mecánica, intensidad alejada del capricho en el fraseo, sensibilidad en la variada matización, capaz de apabullantes fortísimos e inalcanzables pianísimos y, en fin, una sonoridad llena en toda la gama, que jamás, ni siquiera en el más rotundo extremo del fortísimo, llega a quebrarse (…) [ Rachmaninov] es una música que Kissin entiende a las mil maravillas. Y como la dificultad no es algo que se ponga en su camino, la música llega con toda su brillantez y riqueza expresiva (…) Es difícil conseguir una intensidad mayor y tener una mano izquierda más imponente que la desplegada por Kissin en los dos últimos estudios interpretados. Es más que difícil imaginar una mejor demostración de lo que es ofrecer una sonoridad de una contundencia apabullante sin que se rompa la redondez ni la belleza (…) no parecía posible sacar más sonido del magnífico Steinway que estaba sobre el escenario. Kissin desmintió la sensación: era posible y lo demostró, con un peso enorme sobre esos acordes, pero siempre, siempre, sin perder un ápice de su belleza. Tremenda culminación para un magnífico recital, coronado en una merecida apoteosis >> Scherzo
<< En la madurez de su cincuentena, asombra del artista la capacidad de cambiar de registros y estilos sin apenas aguardar unos segundos después de la salva de aplausos de la parte anterior. En estos años de talento extraordinario, se ha convertido en uno de los músicos más admirables y venerados del panorama pianístico en todo el mundo. Destacamos la profundidad y la verdad de todas sus interpretaciones, más allá de su virtuosismo, como uno de los medios para conseguir traspasar el vacío que existe entre la obra, el compositor y el público, de modo que inteligencia, técnica y emoción juegan a su favor sin nunca cargar las tintas ni perder el control de lo que está interpretando, siempre de memoria, sin desmayo y sin dudas ni flaquezas (…) Ojalá Mozart hubiera podido disfrutar de los pianos actuales y de la versión de Kissin (…) [Scherzo de Chopin] la facilidad y maestría de Kissin para presentar los cambios cromáticos y de atmósfera, dulcificando la «dureza» en las modulaciones en algunos compases, así como el ejercicio de unos ataques pulcros, exquisitos, percutidos con precisión milimétrica y rapidísimos (…) sabe dibujar, en estilo y ejecución, la muy compleja viveza romántica del polaco, plagada de ritenutos y arcos, quintaesenciando la técnica de modo que logremos olvidarnos de que está ahí, para servir únicamente a la emoción que nos llegó de forma profundísima, así como al respetable que estalló en una larga y atronadora tanda de aplausos (…) En Kissin, todo puede considerarse un caleidoscopio, y de los mejor calibrados: sus programas, su técnica, su musicalidad… En suma, a su manera de emocionar le sobran destellos y coloridos >> Codalario
<< Con Bach se inició este singular recital que abarcó tres siglos de música clásica. En esta ocasión lo hizo con la desafiante Fantasía cromática y fuga, que pone a prueba la estabilidad rítmica de cualquier pianista desde su primer compás. Se trata de una obra cuyas demandas desaconsejarían a un pianista normal incluirla como inicio de un recital, pero en las manos de Kissin se convirtió en una carta de presentación de lo que iba a acontecer durante todo el concierto. Acometió la Fantasía con aplomo, con pulso firme y sin indecisiones rítmicas, y proponiendo acentos claros que facilitaban el seguimiento de las enrevesadas líneas junto a unos escalonados y amplios contrastes dinámicos. La velocidad elegida en esta primera parte fue clave para sostener la atención en una pieza de marcados contrastes, ya que predominan constantes cambios de tempo junto a una estructura un tanto confusa. Nos mostró estas singulares transiciones con toda fluidez y uniformidad. [Scherzo de Chopin] (…) Nos pareció lo mejor del recital esta irrepetible partitura del maestro polaco, toda una contienda que presenta unas complejidades técnicas inauditas, toda vez que atraviesa diversos estados de ánimo, cambiándolos constantemente por sus contrarios. Agradecimos las pausas y los silencios, expresados con soltura y convicción (...) Nos trasladó desde el misterioso y exaltado comienzo hasta el explosivo final a través de una multiplicidad de emociones que en todo caso mantuvo la unidad estructural de la partitura, y sin abusar nunca de una más que sobrada potencia sonora (…) [Lilacs] Kissin supo conmover a través de un enfoque fluido de las líneas melódicas, un uso ejemplar de los pedales, y una habilidad para cautivar con un sonido tenue pero poderoso (...) nos ofreció varios Preludios y Estudios, de entre los cuales hemos de señalar el núm. 2 del op. 39, del que fue capaz de destacar constantemente el obstinado recuerdo al Dies irae que propone la mano izquierda, un motivo también muy presente en el mundo de Rachmaninov, y que nos dejó a todos sobrecogidos y en silencio >> Bachtrack
Créditos fotografías: Rafa Martín/Ibermúsica