La Bamberger Symphoniker ha vuelto a nuestro país de la mano de Ibermúsica para ofrecer una extensa gira de seis conciertos bajo la batuta de su director titular, Jakub Hrůša, y con la brillante violinista Patricia Kopatchinskaja como solista invitada. La agrupación alemana visitó Barcelona (jueves 19), Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas (sábado 21 y domingo 22 en el marco del 39º Festival Internacional de Música de Canarias), Madrid (martes 24 en Madrid, Serie Arriaga de nuestra temporada 22/23), Alicante (miércoles 25) y Zaragoza (jueves 26).
En el concierto de Barcelona compartieron escenario con el Orfeó Català interpretando la Berliner Messe de Arvo Pärt y, tanto en la Ciudad Condal como en Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas y Zaragoza, ofrecieron la Novena sinfonía de Dvořák. En su cita en Madrid interpretaron la Obertura Leonora III de Beethoven, la Sinfonía núm. 8 de Dvořák y acompañaron a Patricia Kopatchinskaja en el Concierto para violín de Stravinski. La solista ofreció como propina una Cadencia a este concierto de composición propia celebrada por todo el Auditorio Nacional.
Estas son algunas de las críticas que la prensa ha realizado sobre esta gira.
<< En el escenario las obras brillaron gracias a unas lecturas memorables. La velada comenzó con la ‘Berliner Messe’ (…) Con un Orfeó Català pletórico, espléndidamente preparado por Pablo Larraz, la obra consiguió una lograda comunión con la Sinfónica de Bamberg, emotiva y reflexiva, que Jakub Hrůša pulió al detalle (…) (Kopatchinskaja) interpretó con esa intensa capacidad comunicativa que caracteriza a la violinista moldava (…) ofreció una mezcla explosiva de virtuosismo y rigor académico, con una afinación fantástica ante una pieza que es todo un reto. En el ‘Capriccio’ conclusivo, la orquesta se lució en la cuerda, la madera y, especialmente, tanto el trompa como el fagot solista, consiguiendo una acción de conjunto muy convincente mientras la solista llegaba con excelente proyección a las notas imposibles que le exige el compositor >> El Periódico [Barcelona]
<< [Sinfonía núm.9] resulta difícil escuchar versiones que aporten elementos nuevos, pero la versión de Jakub Hrůša al frente de la Sinfónica de Bamberg fue literalmente demoledora. Podemos decir que por fin tuvimos la oportunidad de escuchar a la orquesta con plenitud, como protagonista absoluta. La cuerda se reivindicó como una unidad compacta pero no monolítica, con un sonido poderoso y brillante, pero al mismo tiempo dúctil (…) las frases fueron pasando de uno a otro en un continuo sin fisuras, como un río que fluye en su curso natural. Viento y cuerda sonaron como un engranaje de alta precisión, en un equilibrio tímbrico gracias al cual el Molto vivace adquirió matices de dimensión teatral, con una intensidad que crecía y mermaba, expresando una avalancha de emociones humanas que culminaron en la apoteosis final con el Allegro cono fuoco, que Hrůša rellenó de contrastes arruinados entre frases lentas y frases rápidas en una espiral romántica torrencial que nos dejó sin aliento (...) demostró con excelencia suprema que ya se ha hecho un hueco en el podio de las grandes batutas >> Nuvol [Barcelona]
<< [Kopatchinskaja] estamos ante un sonido peculiar, muy personal y apropiado para el repertorio de siglo XX y música contemporánea, particularmente también, para las sonoridades algunas veces ásperas y aguerridas de la escritura de Stravinsky (…) Desde el primer acorde pudo apreciarse la intensidad, garra y energía del violín, flamígero, que sin descuidar el elemento cantabile brilló especialmente en la escritura violinística incisiva, cortante y angulosa de los movimientos extremos, además de desplegar toda una exhibición de técnica, variedad ejecutiva, carisma y poder comunicativo (…) puso de relieve una mezcla de destreza técnica, vibrante energía y brío volcánico manteniendo en todo momento la tensión dramática de toda la composición, sin olvidar el tono mordaz tan propio de Stravinsky (…) intensa e imaginativa, con gran personalidad >> Codalario [Madrid]
<< [Kopatchinskaya] un Stravinsky diferente, nada convencional, convirtiendo el violín en un medio de expresión más que en un instrumento por donde salen, quizá, los sonidos más bellos del mundo (…) Dvorák tiene pocos secretos para Hrusa y lo dirige haciendo cantar a la orquesta tras dominar todos sus aspectos técnicos, que no son pocos, llevando un pulso intensísimo pero estable, regocijándose con una música que es puro optimismo, hasta en la “conflictiva” sección intermedia del movimiento lento de esta Octava, una de esas músicas que elevan a Dvorák como un compositor de la felicidad nostálgica. Hasta el tercer movimiento, ese Allegretto grazioso - Molto vivace, uno de los scherzos más bellos jamás escritos y que invita a bailar en la imaginación, sonó con una plasticidad ejemplar, propia del gran maestro que ya es Hrusa >> Ritmo [Madrid]
<< (Kopatchinskaja) demostró que tiene en su poder todos los recursos para hacer vibrar el concierto con la mayor intensidad (…) desplegó una paleta extraordinaria de recursos, ofreciendo una lectura intensa, vibrante en el ritmo desde la Toccata inicial, variada en el colorido del Aria I, trazando el debido misterio del Aria II y cerrando con una trepidante traducción del Capriccio final. No puede extrañar su éxito grande y merecido. (…) Hrusa, director claro y preciso en el mando, con excelente concepto musical, sacó petróleo de la formación bávara (…) la vibrante energía de la partitura llegó con toda intensidad, incluida una coda -momento siempre comprometido- perfectamente articulada (…) Un concierto sobresaliente, especialmente por un director y una solista de primera >> Scherzo [Madrid]
<< [Dvořák, Sinfonía núm. 8] La excelente orquestación del checo nos permitió escuchar una gran riqueza de detalles en una orquesta que estuvo soberbia. Del Allegro con brio se debe destacar el fraseo, especialmente en los vientos que supieron imprimir a cada una de sus partes un carácter solista muy marcado, cantando como si fuesen cantantes en un aria. Hrůša estuvo más concentrado en unas cuerdas que mostraron gran cohesión, consiguiendo así la direccionalidad necesaria como sección. En el Adagio, el nivel de detalle fue prácticamente camerístico, destacando los timbres de las maderas y, sobre todo, la parte solista de una flauta que sonó con claridad y la aparente sencillez que solamente un virtuoso puede otorgar (…) Un gran repaso a las capacidades de una orquesta que, cada vez que regresa a España deja el listón aún más alto >> Bachtrack [Madrid]
<< Kopatchinskaja convierte al violín en un personaje que da vida con admirable virtuosismo a todo el drama y humor que hay tras estos pentagramas neoclásicos (…) Su capacidad para dialogar con la orquesta se elevó en el Aria I entre enfáticos burbujeos y reverencias. Pero también sonó admirablemente lírica y evocadora en la bachiana Aria II, que concluyó haciendo un bellísimo trío con las dos flautas. No obstante, lo mejor llegó en el Capriccio final donde extrajo todo tipo de gestos sonoros de su instrumento en una página que pareció escrita para un ballet. Más que tocar o acompañar a la orquesta, la violinista danzó con sus integrantes, que sonaron como un conjunto idealmente camerístico >> El País [Zaragoza]
Créditos: Rafa Martín/Ibermúsica