El pasado martes 22 de febrero celebrábamos la quinta velada de la Serie Arriaga 21/22 con la Orchestre de la Suisse Romande. La agrupación, en su quinto tour con Ibermúsica desde su presentación en mayo de 2004 con Pinchas Steinberg, llegó a la capital con su director titular Jonathan Nott y un solista invitado de lujo: el flautista Emmanuel Pahud. Juntos interpretaron una de las obras claves del instrumento, el evocador Concierto para flauta y orquesta de Jacques Ibert. El músico franco-suizo, tras dirigir unas palabras en español al público, cerró su actuación ofreciendo como bis Jade, de Tres Piezas para Flauta Sola de Pierre-Octave Ferroud. En la segunda parte del concierto, la orquesta interpretó la magnífica Sinfonía núm. 5 de Gustav Mahler. El concierto formó parte de una gira española que les llevó, además, a Oviedo, Zaragoza, Barcelona (donde Pahud interpretó el Concierto para flauta en Sol mayor, KV 313 de Mozart en lugar de Ibert) y Alicante. El solista ofreció diferentes propinas en cada localidad interpretando, entre otras, Density 21.5 de Edgar Varèse o Syrinx de Debussy.

Recogemos en esta entrada algunas de las críticas recibidas en el tour.

Créditos: Rafa Martín/Ibermúsica

<< Resulta casi increíble la variedad de sonidos que se puede extraer de la flauta de Paud, quien además posee un sonido absolutamente fuera de serie en belleza y muy especialmente en volumen. No es que la orquesta no le apagase en ningún momento, sino que casi era él quien la apagaba. Un claro heredero del añorado Jean-Pierre Rampal en una actuación para el recuerdo (…) Jonathan Nott (…) Logró impregnar toda su poesía, cuidándolo, meciendo su intensa melodía, modelando arpa y cuerdas y la evolución de su intensidad (…) Naturalmente el éxito fue rotundo >> G. Alonso, La Razón (Madrid)

 

<< Pahud desenvuelto, seguro y dominador, se colocó en el centro de la sala, dialogó con primor con las maderas y revoloteó ágil, flexible, gentil y refinado. (…) transmitió todo el tono ensoñador y elegíaco del segundo movimiento, cantó con alto vuelo lírico y amplia gama dinámica la bella melodía, de manera que afloró genuino el carácter «vespertino» de la flauta para culminar con un exquisito diálogo a media voz con el violín concertino y lanzarse, a continuación, a una deslumbrante exhibición de virtuosismo en el tercero, allegro scherzando, en el que los más endiablados arabescos y el vértigo rítmico con aroma jazzístico surgieron de la flauta de Pahud con extrema vivacidad  y precisión. Todo ello con esa sensación de facilidad propia de una fascinante técnica (…) La orquesta de la Suisse Romande (…) demostró tener bien trabajada la obra con su titular Jonathan Nott al frente, músico de especial afinidad mahleriana, y desgranó una interpretación equilibrada y brillante con una orquesta a notable nivel, compacta, bien empastada y con suficiente colorido y apreciables tímbricas y gama dinámica (…) El público ovacionó generosamente este retorno de al Auditorio Nacional madrileño de una sinfonía de Mahler como Dios manda >> R. Chamorro Mena, Codalario (Madrid)

 

<< Pahud exhibió, con absoluta seguridad en el escenario, su innato dominio del instrumento mediante un sonido nítido en emisión y de proyección amplia, impecable color, fluidez y precisión en los pasajes rápidos, elasticidad en los cambios de registro, fraseo muy expresivo y articulaciones y acentos muy bien remarcados (…) Nott fue el perfecto catalizador entre solista y formación buscando, ante todo, la claridad y belleza en la parte orquestal >> J.M. Ruiz, Ritmo (Madrid)

 

<< (Pahud) Lo mejor de su actuación fue el bello andante central, donde Ibert se sitúa a medio camino entre Debussy y Fauré. Faltaba el allegro scherzando final, un verdadero tour de force virtuosístico para el solista, que Pahud resolvió jugueteando admirablemente con los guiños jazzísticos que le proponía la orquesta. Pero la Quinta Sinfonía de Mahler se adueñó del concierto en la segunda parte. El director inglés Jonathan Nott sigue siendo uno de los máximos exponentes de su exégesis. Una obsesión infinita por desentrañar el significado que se esconde tras cada nota, que puede contemplarse en sus partituras, llenas de anotaciones de diversos colores hasta tapar la notación musical. Ese nivel de introspección lo traslada al podio. Y la Suisse Romande se deja mecer e inspirar por su torrente de gestos que dispara a cada una de las secciones del conjunto. La química mahleriana entre orquesta y director funciona a la perfección >> P.L. Rodríguez, El País (Zaragoza)

 

<< …una velada que se desarrollaba en un día fatídico, con una guerra estallando en el continente. Por eso, y por desgracia, la ‘Quinta’ de Mahler no pudo ser más oportuna. Su carácter sombrío y las referencias a temáticas relacionadas con la muerte que circundan la partitura, convirtieron esta brillante interpretación en toda una plegaria. La ‘Marcha fúnebre’ que abre la obra y su famoso ‘Adagietto’, sobre todo, crearon un especial ambiente ante un público con la invasión de Ucrania en la mente. La lectura de Nott –sin partitura– llegó plena de contrastes y con un sonido suntuoso y equilibrado, con solistas de lujo firmando una versión para el recuerdo >> P. Meléndez-Haddad, El Periódico (Barcelona)

Créditos: Rafa Martín/Ibermúsica