El martes 23 de abril Ibermúsica recibió a la Philharmonia Orchestra en el marco de una extensa gira española liderada por el maestro Masaaki Suzuki y en la que contaron con el violonchelista Jean-Guihen Queyras como solista invitado en el que fue su debut en Ibermúsica. En la primera parte disfrutamos con la obertura "Egmont" de Beethoven y el exquisito "Concierto para violonchelo" de Schumann con el violonchelista francés, que nos regaló como propina una melodía tradicional ucraniana que enlazó con el Preludio de la "Suite para violonchelo solo núm. 1 en Sol Mayor" de Bach. En la segunda parte, vibramos con la "Sexta sinfonía" de Dvořák y como propina la "Danza Eslava N° 2, Op. 72" del autor checo. Una velada para el recuerdo en Madrid de la que recogemos en esta entrada fotografías y algunas de las críticas destacadas de la gira por Barcelona, Oviedo, Valencia y Alicante.
<<¿Se imagina toparse en un partido de fútbol con que Rafa Nadal juega como delantero centro? (…) Suzuki es una autoridad mundial en la interpretación de la música barroca, tanto desde el podio como desde el clave y el órgano. Contra todo pronóstico, y tan sorprendente como que Nadal deslumbrara como futbolista, el eximio intérprete de las cantatas de Bach dirigió con inesperada solvencia, inspiración, oficio y determinación los poderosos mimbres sinfónicos londinenses. El riguroso bachiano fue un vibrante traductor sin batuta de las músicas de Beethoven, Schumann y Dvořák (…) extrajo efusión, brillantez y hasta exuberancia de una Philharmonia que se reveló en óptimo estado, con una cuerda unísona y empastada hasta la perfección, y un viento galvanizado y de genuino fuste solista, con intervenciones individuales y colectivas siempre precisas y admirables>> Levante (Valencia)
<<Excelente interpretación beethoveniana con una formación de sonido elegante, claro, de dinámicas siempre controladas por un Suzuki ejerciendo de Maestro, con mayúsculas (...) [Schumann] tanto Queyras como Suzuki supieron llevar los tres movimientos sin pausa, fraseando el francés nacido en Canadá siempre con el respeto en los planos de los londinenses, sacándole a su Gioffredo Cappa (1696) un sonido diáfano, profundo en el grave, delicado en los agudos, siempre presente por el mimo orquestal, bien empastado con los chelos detrás suyo y con tarima para mejorar el sonido, e impecable en todos los requerimientos técnicos (...) Con el auditorio entregado, nada mejor que seguir con Dvořak para regalarnos su Danza Eslava op.nº 2, otra página para degustar el sonido pulcro y elegante de las orquestas británicas (…) con Suzuki al triángulo y dirigiendo con la varilla. Como alguien comentaba en broma al salir, «la orquesta es tan buena que la dirige el del triángulo», y es que el japonés contagia siempre su energía como en este otro concierto para recordar>> La música en Siana (Oviedo)
<<El chelista canadiense se encuentra en un momento magnífico de madurez donde los fraseos se permiten las licencias justas, el sonido se engorda o adelgaza en función del pasaje y el juego de contrastes con la orquesta es lúcido. Suzuki se esforzó en las transiciones entre movimientos, que fluyen sin pausa, y Queyras mostró ligereza y belleza de emisión, (…) [Dvořák] tiene un color orquestal y ritmo muy especiales en manos de la orquesta inglesa y Suzuki imprimió vitalidad contagiosa al primer movimiento, dejando destacar la brillantez de las trompetas y adecuando el espíritu brahmsiano de chelos y contrabajos hasta el optimismo (...) El efusivo último movimiento destacó por la construcción dinámica de ese final arrebatado que hizo levantar las ovaciones. Sintetizando, fantástica música y muy bien hecha>> Beckmesser (Madrid)
<<La orquesta mostró sus mejores credenciales en Dvořák (…) El sustento popular de la obra fue la preocupación permanente de Suzuki haciendo énfasis en todo momento de sus fuentes folclóricas eslavas sin olvidar las influencias armónicas e instrumentales de Brahms (…) El director se valió de la sustanciosa brevedad del Adagio para hacer valer la musicalidad camerística de las distintas secciones instrumentales de la orquesta, que fue llevada a un furioso estímulo rítmico en el Scherzo muy acertadamente contrastado con la tranquilidad juguetona con la que indicó su trío, para terminar la interpretación de la obra con un aire lúdico y despreocupado sólo alterado por la intensidad demostrada en la parte central del movimiento>> Ritmo (Madrid)
<<Desde sus primeros acordes, incisivos y dramáticos, quedó demostrado el nivel de los británicos, con una cuerda excepcional y unos metales de exquisita sonoridad (…) El intérprete francés encaró con gran musicalidad todos los pasajes y se soldó a una orquesta que, si bien arropó al solista, no renunció a un volumen presente (…) un concierto memorable>> La Nueva España (Oviedo)
<<Concierto monumental en el Palau (...) Suzuki hizo una demostración de fuerza en un repertorio al que no le tenemos asociado. Queyras fue un solista de excepción para el Concierto para violonchelo de Robert Schumann (…) Suzuki dirigió a un Beethoven heroico, pletórico y cargado de una energía descomunal. Con una orquesta ampliamente nutrida, el sonido fue de grandes dimensiones, y en una demostración de fuerza y de control a la vez, Suzuki estableció contrastes muy precisos entre los golpes abruptos de la cuerda y los timbales, y el lirismo de la melodía en la madera (…) Con una sencillez tan aparente como impactante y desde la más absoluta comodidad, Queyras hizo magia con unas pasadas de arco ligeras que produjeron un sonido lleno de nostalgia, de una lejanía querida, una especie de imposibilidad de lograr el objeto deseado>> Núvol (Barcelona)
<<Queyras se midió con el concierto de Schumann, una de las obras concertantes más emblemáticas para el violonchelo y, por tanto, resultó adecuado vehículo para demostrar su gran técnica y hermoso sonido, caudaloso y pulidísimo (…) [Dvořák] Suzuki logró una combinación de capacidad organizativa, limpias texturas, espléndidos colores y aquilatado sonido orquestal, además de brioso pulso. Ejemplo de ello fue la incandescente Furiant del tercer movimiento, en el que no sólo expresó con energía todo el impulso rítmico de la danza folklórica, también el contraste con la parte lenta del referido capítulo. (…) Magnífica la actuación de la orquesta>> Codalario (Madrid)
<<La música llegó con vibración e intensidad (…) acentos rotundos (pero sin excesos), y buen nervio, con tempo vivo, exposición nítida, apoyada en una cuerda grave de gran poderío y presencia, pero nunca se perdió la nitidez, con los violines segundos bien destacados cuando procedía (…) Las características de Queyras, siempre productor de un excelente fraseo cantable, con bien manejada dinámica y sutiles inflexiones agógicas, convienen especialmente a un concierto como este de Schumann (…) La interpretación fue, en fin, sobresaliente, muy coherente con lo que la música demanda, y Suzuki acompañó con exquisito (…) La propia energía de la obra, y la que siempre transmite Suzuki, no podían culminar de otra forma que con un éxito notable. Y, tras destacar, una a una, todas las secciones de la orquesta, el propio Suzuki recogió la ovación de la formación, a la que dirigía por vez primera y que, aparentemente, acabó encantada con el maestro>> Scherzo (Madrid)
<<Suzuki sorprendió desde el inicio con una vibrante versión de la Obertura de la música incidental de Egmont de Beethoven. Lejos de una lectura académica o de bolo, Suzuki se involucró desde un enérgico podio en resaltar las aristas y potencia liberadora de la música (...) La orquesta respondió con vibrantes secciones, un sonido compacto y sin miedo a la famosa furia beethoveniana, con unos tempi contrastados, un ritmo in crescendo y unos metales liberadores del profundo anhelo de libertad que contiene esta obertura (...) el diálogo solista-orquesta, con un mediador y catalizador Suzuki, respondió al espíritu romántico de Schumann, con unas dinámicas fluidas y una especial atención al fraseo del solista, un empático y sensible Queyras. De hecho fue en un interiorizado segundo movimiento, el Langsam, donde el arco de Queyras se tornó más expresivo y colorista, con un sentido reflejo del melodismo de la partitura. Suzuki remarcó el diálogo del chelo con la orquesta con un especial cuidado de los volúmenes y los silencios>> Platea (Barcelona)
Fotografías: Rafa Martín / Ibermúsica