Tras su exitoso paso por Ibermúsica en el mes de noviembre al frente de la Rundfunk Sinfonieorchester Berlin, Vladimir Jurowski regresó el miércoles 20 de marzo al frente de la agrupación que lidera desde 2021, la Bayerisches Staatsorchester (considerada la agrupación más longeva del mundo).
Contaron con el prestigioso violinista Frank Peter Zimmermann como solista invitado interpretando el "Concierto gregoriano para violín" de Respighi y completaron el programa con la "Sinfonía núm. 32 en Sol Mayor, K318" de Mozart y la "Serenata núm. 1 en Re Mayor, op. 11" de Brahms.
Recogemos en esta entrada fotografías de la velada y las críticas más destacadas del concierto.
<< Los asistentes tuvieron el privilegio de presenciar una actuación única a cargo de una de las orquestas más antiguas y veneradas del mundo: la Bayerisches Staatsorchester (…) Pero la magia de esta velada no se limitó solo a la presencia de este extraordinario conjunto. Detrás del podio, el director titular, Vladimir Jurowski, añadió un brillo adicional a la noche. Con una carrera impresionante, dirigiendo algunas de las orquestas más prestigiosas de Europa y Rusia, Jurowski se ha consolidado como uno de los directores más solicitados y respetados de la actualidad. (…) fue la interpretación del Concierto Gregoriano para violín y orquesta lo que dejó al público sin aliento. Con el virtuoso violista Frank Peter Zimmermann como solista, la sala se sumergió en un mundo de belleza y emoción. La vasta experiencia de Zimmermann, su lista interminable de premios y colaboraciones, no solo confirmó su maestría en el violín, sino que también reveló su profundo amor por la música, palpable en cada nota que emanaba de su instrumento. (…) [Brahms] La Orquesta Estatal de Baviera dio vida a cada pasaje con una pasión y una intensidad que dejaron una impresión indeleble en el corazón de cada espectador >> ENC News
<< Vladimir Jurowski, en un programa curioso, ha vuelto a dar muestras de su clase como músico y director, al frente ahora de la Orquesta del Estado de Baviera (…) Sigue poseyendo una rara habilidad para clarificar texturas y para dotar de animación rítmica a los discursos. Su criterio, muchas veces muy personal, incluso original, parece siempre lógico. El gesto es firme y elegante, eléctrico o persuasivo, según los casos, planifica y sabe resaltar las voces importantes (…) un artista muy dotado y camaleónico (…) Exhibe una batuta sinuosa y maneja la mano izquierda con mesura, pero con segura pulsación, que le permite una constante y flexible palpitación rítmica. Su figura enteca, su pelo al viento, su adustez le conceden un aire de dominador tranquilo y sereno. Se sitúa en el podio con un aplomo impresionante e inmediatamente absorbe toda la atención. Todo ello lo hemos podido apreciar en este excelente concierto (…) [Frank Peter Zimmerman] No falló una, superó los compases más arduos, cantó con estilo y resolvió la dificilísima cadencia del Finale. Allegro energico, en sorprendente diálogo con el timbal, haciendo sonar su Stradivarius (…) [Brahms] finura, intención, hálito romántico, lirismo de buena ley y enorme flexibilidad agógica, con planos bien observados y una ejecución sinfónica impecable a cargo de una formación de unos 60 músicos. Los ritmos estuvieron muy bien observados. He ahí lo difícil: mano de hierro en la métrica, pero muñeca elástica en el rubato >> La Razón
<< Jurowski ofreció un Mozart delicioso, animado y juguetón en los movimientos extremos y de bello lirismo en el central, todo ello mediante una articulación, luminosidad y transparencia primorosas (…) Zimmermann y su fraseo áulico resultaron ideales para el tono elegíaco de los dos primeros movimientos. La acrisolada musicalidad, el dominio del detachè, el efusivo lirismo y la capacidad de dotar de vuelo al diseño melódico se sumaron al tesoro del color aterciopelado del violín de Zimmermann. En el Allegro energico del último movimiento, el violinista alemán demostró su capacidad para reproducir pasajes vertiginosos sin olvidar los acentos y la intensa expresión con la que termina la obra (…) en la Serenata op. 11 de Brahms la batuta se tornó en buril que esculpió prodigiosamente el sonido, además de simbolizar el mando de un arquitecto preclaro, que construyó con profunda sabiduría y clarividencia. Por tanto, una especie de hombre del Renacimiento. Control total sobre la orquesta, precisión quirúrgica, con unas maderas esplendorosas, la sensación de que «se oye todo» por las diáfanas texturas orquestales e impecable diferenciación de planos sonoros, así como un segundo movimiento en el que la orquesta cantó esplendorosamente como si fuera un orfeón. ¡Y qué decir de los matices y las primorosas dinámicas administradas con mano maestra por la batuta! Todo ello selló una interpretación sobresaliente (…) Las ovaciones del público tuvieron como premio una fascinante interpretación, pletórica de chispa, claridad expositiva, contrastes y refinamiento tímbrico, por parte de Vladimir Jurowski y la Orquesta Estatal de Baviera, de la obertura de Las bodas de Figaro de Mozart. Una de las mejores versiones que he escuchado de pieza tan interpretada >> Codalario
<< Frank Peter Zimmermann ofreció una lectura luminosa, con un sonido que no ha perdido un ápice de calidad y proyección, y con un fraseo de primera, manteniendo Jurowski un acompañamiento exquisito en su apoyo al solista, y dejando espacio a cada uno de los solistas de la orquesta en los diálogos con el violín, como el ejemplar solo de timbal en el tercer tiempo antes de la reexposición del tema principal. Como propina, Zimmermann desató su virtuosismo con un Erlkönig de Schubert para violín solo en arreglo de Ernst que causó el asombro hasta de la propia orquesta. [Brahms] pudimos saborear la calidad inmensa de la orquesta, y de Jurowski, uno de los mejores directores actuales con una inmensa variedad de gestos para conseguir siempre la mayor expresividad. Con una formación en la cuerda poco habitual, el sonido rocoso y dúctil al mismo tiempo, y, sobre todo, la flexibilidad en el tempo, característica propia de todas las orquestas de foso, además de una línea de bajo siempre presente que permitía construir la armonía y empaste desde abajo, pocas versiones mejores nos podemos imaginar de esta obra primeriza de Brahms >> Ritmo
<< La entrada de Zimmermann en el primer movimiento fue de una belleza extraordinaria. Y la breve cadencia final del mismo, justo antes del Andante que conecta sin solución de continuidad, fue resuelta de manera extraordinaria. Emotivo, solemne, el canto planteado por el solista en ese Andante, secundado por un perfecto acompañamiento en el que brillaron trombones y trompas, y en el que hubo momentos de exquisita belleza, muy bien expresada, como el hermoso canto del violín sobre el acompañamiento de la celesta (…) La sobresaliente interpretación de un concierto que ganó sin duda adeptos entre quienes no lo conocían, fue recibida con justo calor, y Zimmermann regaló una propina de inhumana dificultad: el Capricho que Heinrich Wilhelm Ernst escribió sobre el lied Erlkönig de Schubert, resuelto de manera plausible por el estupendo violinista alemán (…) Un concierto sobresaliente, con un programa interesante, en buena medida no habitual, servido por interpretaciones de gran categoría >> Scherzo
Fotografías: Rafa Martín / Ibermúsica